“Tenemos el corazón grande”, solía jactarse, mientras los bombos acompañaban el “borombombom / borombombom/ Herminio Iglesias/gobernador”. Y el corazón fue, en realidad, su víscera más vulnerable. Lo habían internado en 2002 y a principios de 2003, siempre aquejado de cuadros de arritmia.
El triple by-pass al que fue sometido en 1994 le permitió sobrevivir hasta el 16 de Febrero del año pasado, cuando no pudo reponerse del fallo cardíaco y renal que lo había convertido en un enfermo terminal. Tenía 78 años.
Nació el 20 de octubre de 1929, hijo de un matrimonio de orensanos que llegó a América corrido por las hambrunas de Galicia. A los tres años los Iglesias se trasladaron de Villa Castellino, en Avellaneda. Herminio era muy pequeño cuando, jugando con un motor, perdió el dedo índice de la mano izquierda. Su hermana Clara contó, para alimentar el mito del coraje, que “cuando se miró el dedo destrozado ni siquiera gritó. Ese pedacito de dedo estuvo en un frasco durante mucho tiempo. Nosotros le decíamos que mamá lo guardaba para ponérselo de nuevo.Un día se cansó de esperar, agarró el frasco y lo tiró a la basura”
El estigma que lo persiguió más que ningún otro fue una escuela primaria terminada por la noche y a los tropezones. “Hay quienes no se comen las eses –se disculpaba– pero se comen el país.” Le dolía haber pasado a la popularidad por el “ganaremos conmigo o sinmigo”, un desliz que coronó prometiendo, en el mismo mitin, “trabajaremos las 24 horas del día y de noche también”. Qué se le va a hacer. A los 13 años la pobreza lo obligó a entrar en Siam -Di Tella, pero la ignorancia no está reñida con la viveza y a los 21 era el delegado del personal: la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) no era un gremio de señoritas y él tenía una visión pragmática.
Ganó la intendencia de Avellaneda durante el último gobierno de Perón, entre 1973 y 1976, fue candidato a gobernador de la Pcia de Bs As en 1983, ocupó una banca de diputado nacional entre 1985 y 1989 y lo eligieron concejal desde 1991 a 1999. En 1987 fue expulsado del PJ por presentar una lista opuesta a la oficial de Antonio Cafiero. El dijo que se iba por su propia decisión, “imposibilitado de compartir nada con socialdemócratas, comandos civiles y marxistas”.Podía ser mortífero y no sólo por el poder de fuego de sus custodios. A Manuel Quindimil lo lapidó el filo de sus comentarios: “Leí que Quindimil dijo que hay que jugarse por Cafiero. Si Quindimil nunca se jugó por nadie”. Otro de sus antiguos adversarios, el intendente de Avellaneda Baldomero “Cacho” Alvarez, el hombre que había dejado de concurrir al club Las Barracas para evitar confrontaciones riesgosas con “Herminio”.
Iglesias estaba lleno de cicatrices y mutilaciones: un accidente de coche en la autopista Ricchieri, en 1965, le dejó un párpado retraído y una mirada extraña; en 1973, al salir de un velatorio, le metieron cuatro tiros en el cuerpo. Uno de ellos, reza la leyenda urbana, le rozó un testículo. Al periodista que le preguntó por el asunto le ofreció que el enigma lo dirimiera su hermana, “si estaba buena”
Nunca se fue del barrio aunque haya llevado en la muñeca un Rolex de oro macizo, manejado un BMW y disfrutado de una quinta con dos canchas de tenis (en Florencio Varela, eso sí). Cobraba una pensión como ex diputado, una tarea que lo aburrió. Por eso se hizo ver poco en el recinto, donde no intervino jamás. Admitía que pudo haberse jubilado antes, como intendente, en 1973, “pero no lo hice porque tengo ética, porque tengo moral y porque en aquel entonces no tenía la edad suficiente”.
El afecto a los perros desafiaba su imagen de duro, al punto de que los huesos de su chihuahua, Celeste, reposaban en una caja, sobre un mueble de su casa.
En un ejemplo de flexibilidad compatible con la política, integró las Inferiores de Huracán, fue socio vitalicio de Racing, socio de Independiente pero simpatizaba con Boca Jrs.
Gozaba de un nombre en Avellaneda, ganado, entre otras cosas, a fuerza de pistola pero sus enemigos políticos le facturaron el pasado: hicieron saber que sus referencias a detenciones y torturas no solo tenían que ver cuando fue detenido por el proceso militar sino que se vinculaban a cuatro procesos instruidos contra él entre 1965 y 1967, uno por asalto a un transporte y robo de 24 mil litros de aceite procedente de Brasil, dos por levantar quiniela clandestina y otro por amenazas.
Fuente: Susana Viau, periodista de Página 12 y militante de la JP en los 70